Estilos de comunicación

Por todos es conocido que las distintas especies que pueblan nuestro planeta se comunican, aunque sea de manera limitada. No ocurre así con la especie humana. Debido a los diferentes elementos que la componen y a la interacción que se produce entre ellos, el ser humano realiza la comunicación más compleja que existe.

Hoy nos ocuparemos de los elementos que componen esta comunicación y los distintos Estilos Comunicativos que utilizamos. En toda comunicación interpersonal existen varios componentes:

  • EL EMISOR. Es la persona que toma la iniciativa de comunicar.
  • EL MENSAJE. Es el núcleo de información.
  • EL RECEPTOR. Es la persona a quien va dirigido el mensaje.
  • EL CONTEXTO. Es la situación donde se desarrolla la comunicación.
  • EL CODIGO. Es el conjunto de normas y símbolos que sirven para transmitir el mensaje y que debe ser comprendido por el receptor.
  • EL CANAL. Es el medio a través del cual se emite el mensaje (Auditivo-Oral, Gráfico-Visual)
  • LOS RUIDOS. Son las alteraciones que se producen durante la transmisión del mensaje.
  • LOS FILTROS. Son las interferencias o barreras mentales tanto del emisor como del receptor, originadas por sus experiencias.
  • LA RETROALIMENTACION. Es el conjunto de informaciones que obtenemos de la propia comunicación y que nos permite evaluar el proceso.

La interacción del emisor y el receptor unida a la particular utilización de los filtros de cada uno de ellos permite que podamos observar tres diferentes estilos de comunicación: pasivo o inhibido, agresivo y asertivo.

Los estilos pasivo y agresivo son dos extremos opuestos de un continuo, en cuyo punto medio se sitúa el estilo asertivo, que constituye el grado óptimo de utilización de los diferentes componentes verbales, no verbales y paraverbales de la comunicación.

Ahora bien, cada persona presenta una serie de características determinadas, tanto desde el punto de vista físico como psicológico, y ese punto medio ideal varía de un individuo a otro. De manera consciente o inconsciente, cuando comunicamos lo hacemos sobre la base del manejo de los diferentes elementos componentes de la comunicación. Y así, el uso que cada uno de nosotros realice de los distintos tipos de componentes, estará determinando un estilo de comunicación. Es decir, todos tenemos un estilo de comunicación que marca en general nuestra manera de relacionarnos con los demás. Esto no implica que tengamos que ajustarnos exactamente a las características que definen los distintos estilos, pero sí que lo hacemos de una forma predominante.

A continuación, presentaremos los diferentes estilos que hemos mencionado, además de las creencias asociadas a cada uno de ellos, las consecuencias que suelen aparecer y la forma de utilización de los elementos no verbales, paraverbales y verbales que los caracterizan. Insistimos en que lo que presentamos no es más que una descripción prototípica de cada uno de estos tres estilos, ya que en la realidad no se presentan como tal, sino que, a pesar de que uno sea el predominante, casi siempre se participa de los otros estilos de comunicación, o bien no se es tan extremo en el manejo de todos los elementos.

 EL ESTILO DE COMUNICACIÓN PASIVO O INHIBIDO

En general, la persona que posee un estilo de comunicación inhibido vive preocupada por satisfacer a los demás y es incapaz de pensar en la posibilidad de enfrentarse a alguien en cualquier sentido. Una de sus características generales es que son personas que no defienden sus propios derechos si para ello tienen que dejar de lado los de los demás y, en ocasiones, ni siquiera en los casos en que no afecta para nada a los derechos de los demás. Aparentemente, respetan a los demás de forma escrupulosa, pero realmente no se respetan a sí mismos y habitualmente anteponen los deseos y opiniones de los demás a los suyos propios. En ocasiones, es el miedo lo que se confunde con una apariencia de respeto.

En definitiva, este estilo de comunicación caracteriza a personas que se desviven por los demás pero se olvidan de sí mismas, incapaces de decir no a demandas que van en contra de sus propios intereses personales y profesionales. Su creencia básica supone que todo lo que los demás quieren, piensan u opinan es importante y no lo que piensan o desean ellas. Muchas veces, la persona inhibida se justifica con términos como prudencia y educación al hablar de su forma de ser, en un intento de valorar la misma. Pero no se debe confundir educación con falta de asertividad o con un estilo de comunicación inhibido o pasivo. Entre los elementos no verbales, verbales y paraverbales característicos del estilo de comunicación pasivo o inhibido podríamos reseñar: expresión facial seria; mirada huidiza; sonrisa mínima y tensa; postura distante y contraída; orientación ladeada; distancia amplia y nulo contacto físico; gestos escasos; movimientos nerviosos con manos y piernas abundantes. Además de volumen de voz bajo; claridad escasa; tiempo de habla mínimo; formular pocas preguntas.

EL ESTILO DE COMUNICACIÓN AGRESIVO

Al contrario que la persona que presenta un estilo de comunicación inhibido, la persona con un estilo de comunicación agresivo se caracteriza porque no sólo se preocupa por defender a cualquier precio sus derechos, sino porque su forma de defenderlos normalmente, lleva aparejada la falta de respeto hacia los derechos de los demás, incluso cuando esto es absolutamente innecesario para defender los propios.

El estilo de comunicación agresivo conlleva, como característica general, el hecho de que implica agresión, como su propio nombre indica, y también desprecio y dominio hacia los demás. Su creencia fundamental supone que el sujeto se considera la única persona importante y con opinión en cualquier contexto personal y profesional, menospreciando a los demás

La utilización predominante y continuada de un estilo de comunicación agresivo genera en la persona sentimientos de culpa y una pobre imagen de sí mismo, pues llega a ser consciente de su proceder, se aíslan y se refugian en la soledad, pues las relaciones sociales habitualmente les generan enfado. Los sujetos con un estilo predominantemente agresivo se caracterizan por el uso de los siguientes elementos de la comunicación no verbal, verbal y paraverbal: expresión facial seria; mirada directa, fija; muy pocas sonrisas; postura intimidatoria (por mirada, distancia y orientación); orientación enfrentada; no respeta las distancias; gestos abundantes y amenazadores; volumen de voz elevado; velocidad rápida; abundantes “tacos” y palabras malsonantes; lenguaje machista, sexista y homófobo.

EL ESTILO DE COMUNICACIÓN ASERTIVO

A modo de sencillo resumen, el estilo de comunicación asertivo consiste en ser capaz de comunicarse en cada ocasión de la mejor manera posible. Una característica muy importante de la utilización del estilo asertivo es que la persona consigue defender sus derechos y expresar sus opiniones, utilizando para ello los componentes conductuales de la comunicación de la forma más adecuada. El objetivo fundamental de la persona asertiva no es conseguir lo que desea a cualquier precio, sino ser capaz de expresarse de forma adecuada y sin agredir, de manera que al interactuar con una persona asertiva, en muchas ocasiones la comunicación se convierte en una negociación.

En sus relaciones interpersonales, la persona se siente relajada y con control, lo cual facilita la comunicación y, por tanto, le ayuda a crear oportunidades en sus relaciones personales y profesionales, incrementándose su autoestima personal. Así, conoce gente con facilidad, hace amistades, hace negocios y consigue fidelizar clientes, etc. de forma sencilla, casi sin proponérselo. La persona con un estilo de comunicación asertivo se gusta a sí misma y gusta a los demás.

A continuación, se presentan sus principales características en relación al uso de los elementos no verbales y paraverbales de la comunicación: expresión facial amistosa; contacto ocular directo; sonrisa frecuente; postura erguida; orientación frontal; distancia adecuada con posibilidad de contacto físico; gestos firmes pero no bruscos, acompañando el discurso; manos sueltas; fluidez verbal adecuada; claridad de las expresiones; volumen conversacional adecuado; atención personal abundante; presencia de halagos y refuerzo verbal; formula preguntas variadas y abundantes.