¿Qué es el Bullying?

Desde el pasado mes de Noviembre, el ministerio de Educación, Cultura y Deportes, ha puesto en marcha el nuevo número de teléfono contra el acoso escolar: 900 018 018. Las llamadas son atendidas por profesionales de psicología, juristas, sociólogos y trabajadores sociales para evitar casos de Bullying. Con este teléfono, los niños podrán acudir desde el anonimato a “expertos que les digan lo que tienen que hacer”, con cuya cualificación el Gobierno será “muy exigente” y que atenderán los casos todos los días del año.”

Al hilo de esta noticia, en este artículo hablaremos del “bullyng” o acoso escolar, intentando explicar los elementos y características fundamentales de este fenómeno que está causando graves perturbaciones de la convivencia en muchos centros escolares, ocasionando en algunos casos efectos devastadores en la autoestima y la integridad emocional de la víctima de acoso.

Lo primero que hay que definir con claridad es que el “bullyng” es una conducta que se produce dentro del entorno escolar y entre escolares y se trata de un maltrato físico, psicológico o verbal y que se afianza en el tiempo. Durante la niñez los niños se pelean, en muchas ocasiones se enfadan e incluso se llegan a insultar. No se trata de que esas conductas queden impunes o que no tengan consecuencias, pero tampoco se pueden confundir con el bullyng. Para hablar de bullyng, tiene que haber un acoso continuado en el tiempo de un niño, o varios, hacía otro. No se trata de una pelea puntual, normalmente, el agresor tiene un comportamiento provocador y de intimidación permanente. Para que exista bullyng ha de existir: 1) una víctima (indefensa) atacada por un agresor (abusador) o grupo de agresores. 2) Una desigualdad de poder (desequilibrio de fuerzas) entre el más débil y el más fuerte. 3) La acción agresiva ha de ser repetitiva y suceder durante largo periodo de tiempo.

No es bullyng: Problemas generales de disciplina, como el incumplimiento de las normas generales del centro educativo; la conducta antisocial (indiferencia grave hacia las normas, mentiras, robos, falsificaciones de firmas; conductas disruptivas en el centro escolar (comportamientos impulsivos faltos de motivación para modificarlos, molestar, interrumpir, levantarse sin permiso; desinterés académico (comportamientos de apatía, desidia por las tareas).

CARACTERISTICAS GENERALES:

  • Aunque se produce en los dos géneros, es más frecuente en los varones actuando como agresores y como víctimas.
  • En cuanto al tipo de acoso es más directo en los varones, realizando conductas de hostigamiento, intimidación y coacciones para que la victima realice acciones en contra de su voluntad, amenazas a la integridad física del niño o de la familia. En las niñas se suele dar el acoso de tipo indirecto como la exclusión de la participación social del acosado/a, mediante el aislamiento y la marginación, también es utilizada la manipulación social distorsionando la imagen del niño/a.
  • Aunque se puede producir a cualquier edad, lo más habitual es que ocurra entre los 10 y 15 años.
  • En lo que se refiere al lugar de ocurrencia, suele ser en el patio en Primaria y en los pasillos o en los baños en Secundaria.

Muchas veces es difícil para un adulto comprender la desazón e infelicidad que estas situaciones causan a los agredidos, especialmente si el maltrato se basa sólo en motes y burlas. Pero cuando insultan a una persona de forma persistente, y más cuando se trata de un niño, esta vivencia puede causar miedo, tristeza, inseguridad y disminuye la autoestima. Todo ello interfiere en la vida académica provocando, con frecuencia, absentismo y malos resultados. Puede repercutir también en la vida adulta de la víctima, dificultando sus relaciones sociales y especialmente su seguridad y autoconfianza. El maltrato viene asociado a una situación de dominio-sumisión y tiene un gran componente colectivo al ser un hecho conocido, en la mayoría de los casos, por otros compañeros, además de por los agresores y la víctima. Por otra parte, esta situación suele pasar desapercibida para los adultos (padres y profesores).  Es muy importante que los padres mantengan siempre una comunicación abierta y positiva con sus hijos, y con el colegio, de esta forma conseguiremos que los niños se sientan más seguros y les puedan contar lo que les está pasando. No obstante, existen algunos indicadores que exterioriza la victima que pueden servir a los padres como señal de aviso para iniciar contactos con los profesores. Conviene que estemos atentos a posibles cambios en el comportamiento del niño: cambios de humor, tristeza e irritabilidad; que le cuesta más dormir y/o tiene pesadillas; cambios en los hábitos alimentarios: comen compulsivamente, o les falta el apetito; frecuentemente tienen dolores de tipo somático como dolor de cabeza o de tripa sin una causa orgánica que lo justifique; cuando verbalice que no quiere ir al colegio, protestando mucho incluso acudir a las excursiones o visitas culturales, no quiere relacionarse con sus compañeros y quiere ir acompañado a la entrada y a la salida del colegio.. Y sobre todo, vigilemos en el caso de que aparezca de forma frecuente con golpes, o rasguños y diga que se ha caído.

Si bien debemos exigir a la escuela la responsabilidad de velar por el bienestar y la seguridad de nuestros jóvenes, también hemos de recordar que la escuela, como institución basada en las relaciones humanas, está formada por tres pilares fundamentales: el alumnado, el profesorado y la familia. Los padres y madres deben, por tanto, participar en la vida de la escuela, en sus diferentes facetas y en especial en el conocimiento y reconocimiento de los rasgos básicos del maltrato entre iguales por abuso de poder, abuso que se suele manifestar en el lugar idóneo de socialización de los jóvenes: la escuela.

Para esa labor conjunta, todos debemos tener la total convicción de que el maltrato, sea en la forma que sea, es intolerable; es una forma de relación no valida y, por tanto, tiene que acabar. Afortunadamente nuestra sociedad es cada vez menos permisiva con las conductas de maltrato y acoso en todos los ámbitos sociales: familiar, escolar y familiar.

Por ello, el mensaje que transmitamos a nuestros niños y adolescentes respecto al ejercicio de la solidaridad con el otro, de la preocupación de unos por otros, es la base de la educación para la vida y la convivencia, tanto en la escuela como en la familia y en la sociedad.