El perdón

¿Qué es el perdón?, ¿Qué se debe o se puede perdonar?, ¿Existe lo imperdonable?, ¿Es lo mismo perdonar que disculpar?

El perdón es un concepto esquivo y complejo que abarca aspectos cognitivos, emocionales, conductuales e interpersonales. El perdón ha sido definido como: “dejar ir el afecto negativo, como las cogniciones y el comportamiento” (Rye y Pargament, 2002), y también como: “el abandono voluntario del resentimiento ante la considerable injusticia que otro u otros nos han hecho (Baskin y Enright, 2004).

Podemos entender el perdón, como el fomento de las cualidades de compasión, generosidad e incluso amor hacia la persona que nos ha hecho daño. También existen frases similares que a menudo se utilizan para definir el perdón, como: “un don altruista” (Worthington, E.L 1999) o “tener empatía hacia el ofensor” (Macaskill, 2002).

Palabras sustitutas del perdón.- Se suelen utilizar palabras sustitutas para identificar el perdón; y a pesar de que muchas de ellas están relacionadas y pueden ayudar a que el perdón se manifieste, no necesariamente forman parte de lo que es el perdón. Un buen ejemplo es la reconciliación, la cual conlleva una reconexión o restablecimiento de un vínculo afectivo, sin embargo, es distinta del perdón pero hace posible la reconciliación (Festa y Tuck, 2006).

“Es mucho más agradable ofender y luego pedir perdón que sentirse ofendido y otorgar perdón”. Friedrich Nietzsche

La absolución, que se refiere a una visión teológica del perdón y que consiste en la eliminación de los pecados del alma, sin embargo, no puede compararse con el perdón, ya que este no elimina las cicatrices producidas por el daño infligido, pero sí ayuda a que la persona pueda vivir con ellas de forma más saludable. Por su parte, autores como (McCullough, M.E. y otros, 2000), establecen que es importante diferenciar el perdón de perdonar, el cual es un término legal; o condonar, que implica una justificación del delito; o excusar, que implica que el delincuente o agresor tenía una buena razón para cometer el delito; u olvidar, que implica que el recuerdo de la ofensa simplemente se ha deteriorado o se ha salido de la conciencia.

Como dice el psicólogo Walter Riso: “Perdonar no es borrar la falta cometida ni tampoco es aliviar la pena o la condena, sino que supone un paso más que un mero acto de jurisprudencia”. Por su parte, el filósofo Joan Carles Mèlich plantea que el perdón tampoco tiene que ver con la moral, que trata del deber de disculparse, ni con la política, que trata de la amnistía o el indulto.

Entonces ¿qué es el perdón?.- El perdón es un acto privado, individual, que se da sólo entre el ofendido y el ofensor, por esto, el perdón no está cobijado bajo el deber o la justicia, sino que está enmarcado como un don, como una donación de algo que se puede dar y se puede pedir, pero siempre a cambio de nada, sin ninguna compensación (Joan Carles Mèlich). Por su parte, el escritor Fernando Aramburu nos dice que el perdón, al ser un acto íntimo, no se puede establecer por ley; y para que se merezca ese nombre, debe ser sincero, ya que nada podrá compensar la falta, la ofensa o el crimen.

Todo esto explica por qué el perdón es un proceso que implica renunciar a una respuesta negativa después de una ofensa personal y cambiar a lo largo del tiempo a una respuesta positiva hacia la persona que nos ha infligido el daño. “El perdón es adquirir la tranquilidad del alma”. Walter Riso

El hecho de que podamos perdonar no significa necesariamente que tengamos que perdonar, de hecho, muchos actos son tan devastadores y las cicatrices tan profundas, que no hay motivos para perdonar. Los orígenes lingüísticos del perdón connotan dejar ir y dar un regalo a otra persona, así que perdonar significa abandonar el derecho a pagar al autor con la misma moneda, y esta pérdida es una liberación para el que otorga el perdón (Tutu, D. 1999), ya que el perdón no restaura, pero sin él no hay restauración personal posible.

Tipos de perdón: El psicólogo que más estudios ha realizado sobre el perdón, Everett L. Worthington (2003), ha propuesto que existen dos tipos de perdón:

  1. Perdón decisional: Este tipo de perdón es racional y no requiere de la comprensión, simplemente se decide perdonar; es decir, es una declaración de intenciones que  buscan una liberación del transgresor de la deuda.  Sin embargo, este tipo de perdón no conlleva el alivio del dolor, ya que se puede continuar estando emocionalmente molesto y, cognitivamente, seguir rumiando la rabia, el enojo, el odio u orientarse hacia la venganza o la evasión de la persona que nos ofendió o dañó. A pesar de esto, en algunos casos, el perdón decisional podría desencadenar el perdón emocional.
  2. Perdón emocional: Este tipo de perdón está arraigado a las emociones y afecta las motivaciones, es decir que implica cambiar las emociones que sentimos hacia una persona y comprender las motivaciones del otro. Este es el perdón que sana.  Sin embargo, creer que debemos perdonar no facilita el perdón, ya que, en eventos traumáticos, es difícil otorgar perdón y no siempre se gana por completo.

Consecuencias del perdón: “El perdón es un regalo silencioso que dejas en el umbral de la puerta de aquellos que te han hecho daño”. Robert Enright

La gente puede lidiar con las injusticias de muchas maneras. No tienen que decidir perdonar, y no necesariamente tienen que cambiar sus emociones. Pero si no cambian su respuesta, de alguna manera la falta de perdón puede llegar a dañar su salud física, mental, relacional e incluso espiritual.  Los estudios realizados sobre las consecuencias del perdón han encontrado que las personas que perdonan tienen:

  • Menos síntomas físicos, menos uso de medicamentos, menos fatiga y mejor calidad del sueño.
  • Menos síntomas somáticos y afectivos: como depresión y ansiedad ante la muerte y mayor satisfacción con la vida.
  • Activa la respuesta de relajación del cuerpo, lo cual conlleva beneficios psico-neuro-inmunológicos traducidos en un mejor estado de salud (Festa & Tuck 2000Harris et al.2007).
  • Disminución del estrés y la ira. El perdón provoca un estado de paz física en el cuerpo humano, conocido como alostasis, que es una forma adaptativa y flexible de homeostasis.
  • Los beneficios físicos del perdón parecen aumentar con la edad. Encontrándose que las personas mayores y de mediana edad perdonan a otros más a menudo que los adultos jóvenes y también se sienten más perdonados por Dios. Por su parte, las personas mayores de 45 años que han perdonado a otros reportan una mayor satisfacción con sus vidas y tienen menos probabilidades de reportar síntomas de angustia psicológica, como sentimientos de nerviosismo, inquietud y tristeza (Loren Toussaint).

Por su parte, Everett L. Worthington ha encontrado que tener resentimiento y no perdonar tiene graves repercusiones en la salud, ya que eleva el riesgo de infarto y debilita el sistema inmunitario. El rencor eleva los niveles de cortisol, lo que provoca que los tejidos neuronales reduzcan su grosor un 25% y, por ende, se encoja el cerebro. También afecta las funciones digestivas, sexuales y respiratorias, e influye en todos nuestros órganos y afecta nuestra salud mental (depresión, ansiedad y rabia). De hecho, se ha encontrado que, estadísticamente, las personas con resentimiento mueren mucho antes.

Independientemente de los beneficios que tenga el perdón en nuestra salud física, mental y emocional, y hasta en nuestra alma, es importante enfatizar que el perdón usualmente toma tiempo, no solo porque reducir la negación al perdón es vital mientras volvemos a contar la historia, sino también porque el perdón no es algo que se presenta necesariamente de forma natural. Es un proceso que implica cambiar nuestras emociones, el cual todos podemos aprender.

Quisiera terminar recordando a mi profesor de Filosofía en el Instituto Martínez Montañés, D. Teófilo, que decía: “El necio ni perdona ni olvida, el insensato perdona y olvida, mientras que el sabio perdona pero no olvida.” Para, seguidamente, reflexionar y explicar: “Quien ni perdona ni olvida vive recordando continuamente el hecho ofensivo y sigue alimentando el deseo de venganza y el resentimiento, por lo que no consigue desprenderse del malestar emocional; quien perdona y olvida se libera de la emoción negativa pero, al olvidar, puede ser víctima de una situación similar; quien perdona pero no olvida suelta el enfado y el resentimiento, mientras que, el recuerdo le permite identificar una ocasión parecida peligrosa y actuar adecuadamente.”

“El resentimiento es como tomarte un vaso de veneno todos los días esperando que se muera el otro.”