Decepciones.

A lo largo de nuestra vida nos llevamos muchas decepciones, a veces, son personas las que nos decepcionan, otras veces nos decepcionan nuestros sueños, esperanzas y expectativas.

Con los años nos damos cuenta de que hay personas que no son como creíamos, que durante el tiempo que hemos estado a su lado nos han ocultado una parte de ellos, esa parte que demuestra con el tiempo que no son las personas que creíamos. Amigos que resultan no ser amigos, parejas que creíamos que eran de una cierta manera y han resultado ser lo contrario, etc. Y cuando por fin abrimos los ojos y nos damos cuenta de la verdadera identidad de las personas, nos duele. Duele en lo más profundo de nuestro corazón, e intentamos perdonar. Perdonar algo que no hemos hecho nosotros. Pensamos que quizás no hemos dado lo mejor de nosotros, que quizás esa persona esperaba más y no hemos sabido dárselo. Es entonces cuando sentimos un vacío en nuestro interior mezclado con un sentimiento de culpabilidad.

Pero el tiempo es sabio, el tiempo pone a cada uno en su lugar. A medida que pasan los días, meses, años… dejamos de sentirnos culpables por haber perdido a esa persona, por pensar que nos ha decepcionado, por pensar que no hemos dado lo suficiente de nosotros. Y es entonces cuando sabemos con certeza que dimos todo por esa persona, que le dimos amistad, amor, cariño, fidelidad, que fuimos su sombra durante mucho tiempo. Y nos liberamos de la culpa. Y aprendemos de esta decepción para la siguiente vez.

“No culpes a la gente por decepcionarte, acepta que es tu culpa por esperar demasiado de ellos.”